LA ACTITUD FILOSÓFICA
Que es la actitud
filosófica Conceptos, Características.
La actitud filosófica es la disposición humana superior de aceptación o
valoración del conocimiento. Parte de la propensión natural del hombre por
conocer la realidad, con una particularidad analítica, crítica,
problematizadora, buscando el fundamento
de los objetos, los hechos y las circunstancias que le rodean, y asumiendo una
posición totalizadora.
El surgimiento de la actitud filosófica o las causas del filosofar,
históricamente, tiene múltiples
interpretaciones, entre ellas:
- “La pasión por la admiración es propio del filósofo” (Platón, Obra “Teeteto”)
- “El asombro empujó a los primeros pensadores a las especulaciones filosóficas”
(Aristóteles, Obra “La Metafísica).
- “La duda metódica es la condición de todo verdadero filosofar y la vía
de la “certeza” ( Renato Descartes, Obra “Discurso del Método”)
- “Las situaciones límite hace que se tome el más profundo pensar” ( Karl
Jaspers, Obra “Introducción a la Filosofía”)
CARACTERÍSTICAS DE
LA ACTITUD FILOSÓFICA
- Es Totalizadora.- El filósofo
estudia la integridad de la realidad y sus planteamientos son generales.
- Es Analítica e
Interpretativa.- El filósofo identifica un problema y analiza su
contenido, estudiando sus elementos.
- Es Crítica.- El filósofo
utiliza el juicio. No admite alguna afirmación sin haber reconocido o evaluado
su valor o legitimidad.
- Es Innovadora e
Inventiva.- El filósofo busca nuevas ideas y busca lo diferente.
- Busca alternativas
de solución a los problemas.- El filósofo
plantea solución a los problemas que se presentan en la naturaleza y la
sociedad
LA ACTITUD
FILOSÓFICA. No se refiere a ciertas actitudes externas si no a la actitud
disposición, a la actitud espiritual, a la vivencia.
Si al filósofo se le concede e espléndido aislamiento que pide y
necesita, está ya satisfecho. Asiste al festin de la vida de sus hermanos, pero
desde afuera, mejor dicho, desde muy alto. La filosofía, en abstracto, no
existe. Como no existe el hombre, como no existe el animal. Existe lo singular
lo concreto. No defiendo el nominalismo, ni me inclino al conceptualismo.
Existe mi filosofar que, es original, existe esta persona que filosofa y
que hara una filosofía.
Históricamente la filosofía si comenzó con Tales, pero en sentido personal
la filosofía comienza en cada filósofo el filosofar es tarea inalienable
de cada persona, tiene su origen en cada filósofo nace desde mí dice:
Weltanschauung.
Toda filosofía autentica es original. El verdadero filósofo no adopta una
filosofía, no se adhiera a un sistema, sino que se asombra de los entes en el
ser. Esto no quiere decir por supuesto, que sea inútil tener en cuenta lo que
han escrito los filósofos, solamente son una ayuda.
No solo filosofar es decisión y compromiso, es también y
ante todo búsqueda amorosa y difícil del fundamento último de los entes.
Filosofar nunca ha sido fácil. Todo lo contrario filosofar es casa grave.
Ya Platón decía que hay que volverse con toda el alma, a partir de lo que
deviene, hacia la contemplación de lo que es, hasta lo que se pueda fijar de
mirada en lo que hay de mas luminoso en el ser. Significa que filosofar
requiere de una preparación, una ascesis de los entes al ser, una actitud
moral.
Esta actitud moral para el auténtico filosofar ya fue puesta de relieve
en la antigüedad por Platón. En nuestro siglo adquirió capital importancia en
pensadores de orientación personalista entre ellos destaca M. Scheler. Para
Scheler el objeto de la filosofía solamente se da y adecuadamente por cierto
cuando se le ve desde una determinada disposición moral. Señala tres actos, el
amor, la humillación y el autodominio como actos morales básicos que hacen
posible el conocimiento filosófico.
Nos lleva, por lo tanto, allende y por encima de los
objetos que existen relativamente respecto de nuestro ser.
(La humildad nos conduce del existir contingente de algo... hacia la esencia)
El autodominio nos conduce de lo inadecuado... desde la magnitud cero,
hacia la plena educación del conocimiento intuitivo.
Estos actos morales básicos eliminan los tres obstáculos que se oponen al
recto filosofar.
M. Buber critica la opinión de Scheler porque se basa en el dualismo y en
la oposición entre espíritu y vida.
Sin embargo, la intención profunda de Scheler es correcta. Puede haber un
desorden existencial en lo moral que el filósofo debe corregir, mediante una
actitud moral. Entonces el ascetismo no consiste eliminar los impulsos sino en
orientarlos siempre al ser. Vivir según el espíritu eso es la filosofía implica
lograr la integración de cuerpo y espíritu.
Filosofar no es negar la puganza de la vida, sino poner la vida al
servicio del espíritu. En todo caso no filosofa el entendimiento sino el hombre
entero desde el espíritu. Por eso la filosofía es ascesis... no se dirige
contra la naturaleza... sino contra sus miserias, a fin de que el filósofo sea
ese hombre que Platón describe magníficamente en el Teetero liberado de las
pasiones y de los engaños sensibles.
El filósofo es el que liberándose de las cadenas vuelve la mirada a la
luz el ser es la luz y se asombra de que haya sombras y comienza a saber que
las sombras son sombras de algo, que los entes son ontofanias. El filósofo es
el que al romper las cadenas entra en desequilibrio y se afana por abandonar la
caverna. Para ellos es un desequilibrio y no saben que el filósofo se aparta de
los humanos afanes y se ocupa de lo divino. El filósofo es tenido por el vulgo
como un perturbado, pero el vulgo no sabe que esta poseído por la divinidad.
Así pensaba Platón.
Nada raro, entonces, que quien ha encontrado el ser formule esta decisión
indeclinable, como Sócrates: “pasar mis días en el estudio de la filosofía
estudiándome a mi mismo y estudiando a los demás”. Porque sabe que filosofar es
faena vital.
Porque sabe, en todo caso, que filosofar es someter lo finito al paso al
limite infinito en virtud de una potencia transfinita que descubre y pone de
manifiesto (verdad, aletheia), precisa y únicamente por virtud de esta
transfinitud.
LA ACTITUD
FILOSÓFICA TAMBIÉN ABARCA LOS SIGUIENTES TÉRMINOS
1. LA ACTITUD HUMANA
El hombre reacciona ante las cosas de modo diverso. Las quiere y las
cuida; las odia y las destruye; las usa o las consume; o, simplemente, las
contempla o goza con ellas; es decir, asume distintas actitudes cuando se
dirige a ellas. La actitud humana apunta en muchas direcciones, desde la
pragmática hasta la filosófica, las más alejadas la una de la otra.
a) La actitud
pragmática
Es la actitud práctica, la más común y de todos los días. Considera las
cosas como objetos de uso y de consumo; las cosas las distingue por su
utilidad. Todas son para algo, para la alimentación, vestido, vivienda, etc. Es
la actitud visible en la señora que va al mercado por ejemplo o el trabajador
en la fábrica; pero, también en el filósofo o el científico, cuando se viste y
cuando se alimenta.
b) La actitud
estética
Es la actitud que goza con la presencia de las cosas. Es la actitud ante
un bello rostro, un bello cuerpo, una hermosa flor, una hermosa canción, un
hermoso cuadro, una bella página bien escrita, una catedral, un acantilado, un
espectáculo o simplemente un insecto. Para esta actitud, las cosas no son
útiles; no son objetos de conocimiento, son objetos para gozar de su presencia.
c) La actitud
religiosa
Es la actitud que ve las cosas como la obra de un ser supremo. Todas las
cosas son obra de Dios; en todas está la presencia divina; no hay una sola cosa
que no obedezca a su poder y a su bondad. La expresión de esta actitud es la
devoción.
d) La actitud moral
Es la actitud frente a las acciones humanas, a la conducta humana. Para
esta actitud los actos humanos son buenos o malos. Sus manifestaciones son la
aprobación y el aplauso o el reproche y la censura. La abnegación y la
benevolencia son aplaudidas; la hipocresía y la deslealtad son censuradas.
e) La actitud
filosófica espontánea
Es la actitud de la pregunta por el ser de las cosas. Es una actitud un
tanto extraña, que surge de repente entre las otras actitudes. Se presenta en
circunstancias especiales en cualquier persona. Es tan natural como las otras
actitudes humanas. No requiere un entrenamiento o aprendizaje académico. No es
un privilegio del filósofo. La actitud filosófica, como disposición natural,
está lista a aparecer en todo hombre; en el filósofo esta actitud es cultivada
y elevada a su máxima potencia; se convierte en una práctica enriquecida por el
entrenamiento y el aprendizaje. Pero en la raíz de todo trabajo filosófico
está esa natural disposición de todo ser humano por preguntarse sobre el
sentido de las cosas.
Le puede ocurrir, por ejemplo, a un presidiario en uno de los tantos días
o noches en la cárcel, preguntarse por el sentido que tiene su vida en prisión,
qué vale su vida entre barrotes. Y aún más si cumple sentencia injusta. Su
mente puede haberse quedado vacía, de cosas, de personas, de sucesos, y lo
único que le queda es el martilleo constante de su soledad y entonces puede
haberse preguntado ¿Qué soy? ¿Dónde estoy? ¿Qué me espera?
Esta actitud ni es pragmática, porque con ella no quiere conseguir nada,
ni es estética, porque con ella no goza, ni es religiosa ni es moral, porque
hasta Dios se ha borrado de su mente. Es una manifestación de la actitud
filosófica. Y para presentarse esta actitud no ha sido necesaria la preparación
académica o el aprendizaje metódico. Tampoco ha tenido que esperar saber
ciencia o ser filósofo para preguntarse por el sentido de su vida. Le ha
bastado, como hombre, haber puesto en ejercicio su disposición natural a
preguntarse por lo que son las cosas, por saber cuál es su sentido o su
destino. Tampoco su respuesta necesita estar premunida de todas las garantías
del saber filosófico.
La actitud filosófica en este sentido es una disposición natural corno lo
es la actitud pragmática. Espontáneamente, aparece en situaciones vitales de
los seres humanos.
2. LA ACTITUD
FILOSOFICA ACADEMICA
Esta actitud tiene corno su fuente de origen la actitud filosófica
espontánea y resulta de su cultivo y el aprendizaje académico. A lo largo de
la historia, ha perfilado sus características propias.
La filosofía ha sido siempre una actitud muy original, que ha estrenado
métodos y ha estrenado conceptos y términos, que ha pretendido ver la espalda
de las cosas. Por abordar a las cosas mismas, en su absoluta independencia, ha
realizado sucesivos intentos por comenzar todo de nuevo, desde sus raíces,
apartando autoridades y prejuicios. Ha pretendido hacer a un lado tradicionales
creencias solo con el poder de la razón. Son señeros a este respecto, los
ensayos de Descartes y Heidegger. Cada uno a su turno ha pretendido poner a un
lado todo el saber anterior. Descartes, con su duda metódica, dejó sin piso
todo lo aprendido y puso y orientó el pensar en una nueva dilección. Heidegger
se propuso "destruir" dos mil años de metafísica e instaurar una
nueva. A la larga, estos intentos han sido muy fecundos. Aunque no han logrado
cumplir con toda su empresa; sin embargo, han podido poner al descubierto
aspectos inéditos de la realidad, de la naturaleza, la sociedad y el
pensamiento.
La actitud filosófica académica, por eso, está marcada por la búsqueda
del fundamento, por la búsqueda de la claridad, por querer llegar a las cosas
mismas. El estilo de vida del filósofo es la búsqueda de fundamentos, la
búsqueda de claridad, el sometimiento a las cosas. Esa es la actitud que
subyace a toda filosofía, al margen de los resultados diversos, heterogéneos y
hasta contradictorios. Esta actitud se traduce en un estilo de trato con las
cosas, en un estilo de conocer o saber, hasta en un estilo de vivir.
3. CARACTERISTICAS
DE LA ACTITUD FILOSOFICA ACADEMICA
a) La actitud
filosófica académica es universal
La filosofía, desde que apareció, ha pretendido ser el conocimiento
universal, el conocimiento de la totalidad de las cosas. Ha pretendido
abarcado todo. Su objeto pretendido ha sido el universo entero, desde Dios
hasta un grano de arena.
Se advierte bien esta característica, cuando se contrasta la actividad
filosófica con la actividad científica. En las ciencias, hay la división del
trabajo. La ciencia divide la realidad en sectores cada vez más pequeños, más
delimitados. La física, por ejemplo, no se ocupa más que de fenómenos físicos;
la biología nada más que de fenómenos vitales; la sociología, de los grupos
sociales; la lingüística, del lenguaje; la medicina, de las enfermedades, etc.
Para la filosofía no hay tal división. Las respuestas filosóficas
alcanzan a todas las cosas. La mirada filosóficas alcanzan a todas las cosas.
La mirada filosófica las contempla como modos de ser de un todo. Lo que toca a
una cosa toca a otra y todas las demás, porque todas están comprendidas en ese
todo único que es el universo. En este sentido, la mirada filosófica es una
mirada universal que lo abarca todo.
No se trata, sin embargo, de un estudio que se oriente en el mismo
sentido que el de la ciencia. Un estudio, en esta dirección, resultaría ocioso
y, sobre todo, difícil. No es en esta dirección que la filosofía trata de la
totalidad del ser. Lo hace en un aspecto muy preciso. Busca lo constante, lo
permanente, lo que hace que todas las cosas sean.
La realidad muestra un aspecto muy variable, mudable y cambiante. Unas
cosas nacen y otras mueren; unas aparecen y otras desaparecen. Hay un proceso
continuo de cambio, de transformación de unas cosas en otras. A la filosofía le
ha interesado descubrir lo permanente, lo que perdura y dura detrás de los
cambios o a pesar de los cambios.
La filosofía ha considerado que eso permanente y constante afecta a todas
las cosas, las sostiene a todas, se esparce por todas. Y aún algo más decisivo:
sobre eso permanente se constituyen o construyen. La totalidad del ser queda
determinada desde esa raíz. Cuando se dice, entonces, que la filosofía es el
estudio universal, se está afirmando que es el estudio de toda cosa, pero en lo
respecto de su ser, esencia o existencia.
b) La actitud
filosófica académica es racional
La filosofía es un estudio racional. La filosofía es un producto de la
razón. Esto quiere decir, por lo menos, dos cosas. En primer lugar, que la
filosofía no es obra ni de los sentidos, ni de la imaginación, ni del
sentimiento. En segundo lugar, que la razón tiene atributos especiales, que le
confieren la competencia para producir filosofía, para plantear y formular
problemas filosóficos.
La razón es extraordinariamente penetrante en el planteamiento de los
problemas. Es minuciosa y exhaustiva. No deja nada por examinar. Siempre sus
análisis son a fondo. En las demostraciones es rigurosa, muy cuidadosa,
sumamente precavida en todo, en la elección de los términos, en la elección de
las pruebas, en la selección de los argumentos, en la estipulación de los métodos.
Nada deja sin fundamento, sin justificación.
Por otra parte, la razón pretende la máxima coherencia y la máxima
claridad. La primera condición de todo conocimiento filosófico es la ausencia
de contradicciones. Es inconcebible para la razón la incoherencia y la
contradicción. Pretende también la máxima prudencia.
La profundidad en los planteamientos, el rigor en las demostraciones, la
claridad en la exposición, la coherencia en sus enunciados son expresión del
trabajo de la razón, de su poder de alcanzar la verdad.
La razón es la facultad que puede sortear la influencia de las pasiones,
los prejuicios, los intereses, las ideologías. El poder deformante del
conocimiento por esta influencia es desenmascarado por la razón. En este
sentido, el conocimiento filosófico como conocimiento racional, es
desapasionado, desinteresado, desprejuiciado, desideologizado. Por eso, la
razón sigue siendo la condición de una filosofía que se atenga a las cosas, la
ciencia pura que postularon Platón y Aristóteles.
Por otra parte, el estudio racional es un estudio mental. No utiliza ni
aparatos ni experimentos. Sus experimentos son mentales. El trabajo filosófico
es rico en experimentos mentales. Sus distintos métodos son diversos modos de
proponer experimentos mentales. Un ejemplo ilustre de experimento mental es el
que se hace Descartes cuando reduce al hombre a un punto pensante, a una cosa
que piensa. Lo supone al hombre sin cuerpo, sin manos, sin cerebro, sin sangre,
concentrado en su pensamiento dubitativo. En este sentido el estudio filosófico
como estudio racional es puramente mental.
c) La actitud
filosófica académica es radical
La filosofía busca el fundamento; pero no cualquier fundamento. Persigue
la raíz de todo fundamento; por eso, la pretensión de saber radical, que va a
las raíces. Esta característica se hará patente si la comparamos con el trabajo
de la ciencia.
La ciencia, también, es saber de fundamentos, de demostraciones y pruebas
experimentales. Pero no es saber de fundamentos radicales. Deja sin examinar
los puntos de partida, los principios. Las ciencias son especialistas en
regiones de objetos. Ejemplo: La zoología tiene sus animales; la física los
fenómenos físicos. Las ciencias no ponen en cuestión sus objetos; los admiten
como se les aparecen. A ningún zoólogo se le ocurre dudar de sus animales y a
ningún físico le pasa por la mente que no esté frente a la naturaleza.
Los científicos tienen un margen para creer sin discutir o para suponer
sin cuestionar. Parten de ciertas creencias firmes, que se llaman axiomas
(verdades evidentes por sí mismas). Por ejemplo, el físico parte de la creencia
que el mundo existe, que es uniforme, es decir que en todas partes se da de la
misma manera. No haría el científico ciencia si pensara que aquí los fenómenos
se producen de una manera y allá a la distancia de unos kilómetros se repiten
de otra. Tampoco lo haría si pensara que mañana las cosas van a ser de otra
manera. Los científicos tienen absoluta confianza en que las leyes son iguales
en todo el mundo.
La filosofía no se da ningún margen. No hay ningún supuesto. El filósofo
se lanza siempre hasta el fondo, hasta la raíz, hasta el primer fundamento,
hasta el fundamento incondicional o incondicionado. Va condición tras condición
pretendiendo llegar hasta la última. No se asusta si para eso hay que poner en
duda todo como lo hizo Descartes al dudar de todo, y que para esto tenga que
inventar métodos, conceptos, términos. Ese es el oficio del filósofo.
Descartes buscaba un fundamento absoluto e inconmovible.
d) La actitud
filosófica académica busca el conocimiento necesario y universal
La filosofía es un saber apodíctico porque es un saber que exige pruebas,
razones, demostraciones. Exige dar cuenta de la cadena de fundamentos. No se
detiene hasta llegar a las pruebas incondicionales, aquellas que fundamentan
los puntos de partida, los principios. Por eso, la filosofía fue la ciencia de
los primeros principios.
El saber apodíctico es necesario y universal. Un conocimiento necesario y
universal es el que ha logrado captar la cosa tal cual es y por eso podrá ser
alcanzado por cualquier hombre y en cualquier lugar. Un conocimiento que valga
para unos y no para otros no es universal o que sea válido en un lugar y no en
otro no es necesario. Un conocimiento tal es individual y contingente. Ejemplo
de conocimiento necesario y universal es el conocimiento matemático. La raíz
cuadrada de 25 será 5 en todos los lugares y para todos los hombres. Ejemplo de
conocimiento individual y contingente es el conocimiento sensible. El sabor,
por ejemplo, de una taza de té puede ser más o menos dulce, según el paladar de
las personas.
Desde Platón el conocimiento sensible ha sido el modelo de conocimiento
contingente e individual y el conocimiento matemático el modelo del
conocimiento necesario y universal. A este conocimiento lo denominó episteme o
ciencia y al conocimiento sensible simplemente doxa u opinión. La filosofía
fue episteme, no doxa.
A la luz de su historia, la filosofía, sin embargo, parece ofrecer un
conocimiento asaz contingente. Porque no ha alcanzado nada que pueda ser
aceptado. por todos los hombres y en todos los lugares. Por ejemplo, sobre cuál
sea lo permanente o constante, hay tesis diametralmente opuestas. Mientras que
para unos es la materia; para otros es la idea, como algo cualitativamente
distinto de la materia. Y hay dos bandos irreconciliables de materialistas e
idealistas. Sobre las fuentes fundamentales del conocimiento las posiciones
también son opuestas.
Mientras que unos sostienen que es la razón; los otros
afirman que es la experiencia sensible. Y, por otra parte, se advierte que
entre estas oposiciones polares se ubican posiciones intermedias, que se
distinguen unas de otras por diferentes matices. Resultaría, entonces, que en
filosofía no hay saber necesario y universal, que no hay episteme, que todo es
doxa. Esta objeción no anula, sin embargo, lo que se sostiene en la
característica tres. Porque el reparo tiene en cuenta principalmente los
resultados y el acento de esta característica está puesto en la intención. Por
otra parte, esta pretensión no se ha quedado en un simple deseo. El trabajo
filosófico, plasmado en obras justamente famosas, muestra este carácter, por la
maestría en los análisis, por el rigor de las demostraciones y también por los
descubrimientos.
e) Aplicación de la
actitud filosófica frente a los problemas personales
Los problemas personales de cada quien son múltiples. Podrían ser
sentimentales, sociales, económicos. Por ejemplo, un amor apasionado o un amor
no correspondido; la amistad de un amigo o de una amiga, o de un pariente, o de
un vecino; la falta de medios para sostenerse o el exceso de dinero que lo
predispone al derroche.
¿Cómo nos sirve la actitud filosófica para enfrentado? Lo primero que nos
debe enseñar la actitud filosófica es a distinguir las diversas actitudes. Esto
significa capacidad de discriminación y análisis. Antes que nada, entonces, la
identificación clara e inteligente del problema. Y esto significa un
exhaustivo análisis de los elementos del problema, hasta encontrar o tratar de
encontrar sus raíces.
Por ejemplo, sea el problema del alejamiento de un amigo. Identificar
que esto significa que una amistad se está acabando, que la amistad de un amigo
termina. Tendrá que analizarse a fondo el por qué. ¿Cómo comenzó el
distanciamiento? ¿Fue un suceso casual, un malentendido, una acusación injusta,
un acto desconocido, una deslealtad? La actitud filosófica debe entrenarlo a
encontrar, luego de un sereno, exhaustivo análisis, la causa o las causas
fundamentales de tal alejamiento. Aquí se aplicará un principio filosófico que
nada es sin fundamento, nada hay sin un por qué.
muy buen aporte
ResponderEliminarRincón del vago??
ResponderEliminarGracias :3
ResponderEliminarcual es la problematica de la filosofia
ResponderEliminarGracias es muy buen aporte
ResponderEliminarGracias 🙈
ResponderEliminarpero tu loco me trae ; eso eh lo que me atrae
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